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martes, 9 de octubre de 2012

Si...


Si me hubiera pedido que me lanzara de un precipicio junto su compañía, no lo hubiera pensado dos veces. 
Si tan solo el supiera lo que sentía, fuera más fácil para el, entender algunas cosas. 
Yo andaba sola por la vida, como los árboles en otoño cuando caen sus hojas, sola en la espera, con la esperanza que me hablara o por lo menos supiera mi nombre. 
Pero sabía, que me cansaría de esperar, sabía que con el tiempo las ilusiones se romperían y lo olvidaría poco a poco, en un punto en que solo quedaría yo, sin absolutamente nada, ya el no sería parte de mi. Aunque en realidad, pensándolo bien, nunca lo fue.

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